Del 2 al 6 de marzo de 2017.
En nuestra planificación de ruta por las Bisayas, una de las cosas que teníamos muy claras era visitar la isla de Malapascua. Se trata de una pequeña isla al norte de Cebú, conocida por ser un centro de buceo perfecto para ver el tiburón-zorro, playas paradisíacas y gozar de la vida con los locales, sin muchos agobios de masificación turística. Esta pequeña isla tiene una superficie de 2,5 km de largo x 1 km de ancho, y tiene dispersas 8 aldeas por todo el territorio. Un lugar ideal para salir un rato (el que tú quieras) del mundo, del asfalto, de la tecnología, de la tv y de las noticias.
Desde Cebú capital se puede alcanzar el puerto de Maya en transporte local (bus sin aire acondicionado por 2,5€/persona), desde la estación del norte (¡ojo! Hay dos estaciones de bus en Cebú capital). El viaje toma algo más de 4 horas, parando en innumerables pueblitos que harán del trayecto un momento curioso y entretenido. A mitad de camino, incluso puedes bajar a tomarte algo y charlar con los locales, siempre dispuestos a venderte algún refrigerio o comida.
Durante las paradas verás que algunos vendedores suben al bus a ofrecerte sus mercancías que suelen ser fruta, bebidas y frutos secos. Y los famosos chicharrones, lo que en España también llamamos torreznos, o morros de cerdo superfritos. Muy ricos, pero poco recomendables si tienes problemas de colesterol 😉. El trayecto transcurre tanto por la costa como por interior, así que podrás disfrutar del azul del mar y las playas, y del verde de los bosques de interior y prados de pasto. ¡¡Chulísimo!!
Una vez en Maya, nos dirigimos al pequeño puertito donde cogimos una BANGKA (pequeña embarcación de madera, con los “brazos” a ambos lados, ver foto) que nos llevó hasta Malapascua en apenas media hora. El trayecto nos costó 3€ por persona. A tener en cuenta: no confíes en las horas de salida de las bangkas, ya que saldrá cuando completen el número suficiente para amortizar el viaje (también llevan mercancías para los isleños), así que paciencia y disfruta del momento.
Una recomendación que siempre hacemos si viajas por las islas de Filipinas, es que lo hagas con mochila y NO con maleta con ruedas. La llegada en barco a las islas pequeñas no se realizan en dársenas sino a pie de playa, así que si no quieres parecer Mister Bean cargando tu maleta e intentando subir o bajar de la bangka, lleva mochila. Y ropa y calzado cómodo y fácil de quitar y poner.
Así tomamos tierra en Malapascua, en la pequeña playa donde llegan las bangkas desde Cebú. Mochila a la espalda, nos dirigimos a nuestro alojamiento, después de repetir unas cuantas veces la misma frase a los “comerciales” que ofrecían sus alojamientos: No thanks. We have booked.
Los cuatro días que pasamos en Malapascua fueron de auténtico disfrute. Al tratarse de una isla pequeña puedes recorrerla a pie, nuestro medio de transporte favorito. Puedes caminar por la costa para disfrutar de sus playas, sus puestas o salidas de sol, y las inmersiones para hacer submarinismo (especialmente recomendado el avistamiento del tiburón-zorro). Incluso podrás ver cómo construyen sus propias embarcaciones en los rústicos astilleros donde todavía se realizan a mano las labores fundamentales. En el norte, la playa de Langob beach te cautivará, con sus arenas blancas, su abanico de azules de mar y cielo, y la vida local. Un pequeño puesto de comida pone el broche perfecto para pasar el día en esta parte de la isla.
Y si lo haces por el interior podrás visitar las aldeas, donde el tiempo se detuvo años atrás y la gente vive de la forma en la que alguna vez hemos soñado hacerlo. Sin prisas, sin fichar, sin ruido, sin contaminación, sin comida envasada, sin manipulación de los medios, … en fin… sin la locura del mundo “civilizado” (muy entrecomillado, claro está).
Y lo mejor de todo: tanto por el interior como por la costa te encontrarás infinitas sonrisas de niños y mayores, gozando de una vida humilde y sosegada.
Repetimos varias tardes, y antes de cenar, en Logon Beach, un lugar donde se reúne la gente local y los turistas para ver la puesta de sol. Se organizan corros de gente en la playa para charlar, tomar unas cervezas y jugar con los niños locales. Una experiencia guapísima.
Comer en Malapascua
De la gran cantidad de restaurantes que podrás encontrar en Malapascua te recomendamos el Island Grill, un negocio familiar con mesas sobre la arena, y una pequeña barbacoa donde tú mismo escoges lo que quieres echar al fuego: atún, pollo, salchichas, brochetas de pollo o cedo, y acompañado con arroz. Cenamos los 4 por un más que módico precio de 7,5 euros.
Un sitio más informal y humilde es el puesto de hamburguesas que hay en la calle principal, cerca del embarcadero, que se llama Junktion Burger. 6 hamburguesas, dos refrescos y dos cervecitas por sólo 6€.
The Other Place es un restaurante en el pueblo de Logon. Allí puedes echar un billar y tomar unas cervezas mientras preparan la comida. Comida para 4, cervezas previas, billar y un par de piñas por 14€. Buena música, buen ambiente y la gente del restaurante estupenda.
Y para tomar algo mientras ves la puesta del sol, un lugar que nos encantó por la localización y lo bien montado que está, es el Blue Coral Bar, en el sur.
Alojarse en Malapascua
A la llegada a la isla, verás que un grupito de locales está esperando la llegada de las bangkas con turistas (sobre todo mochileros) a los que ofrecen alojamiento, restaurantes y actividades varias. Así pues, no te resultará difícil encontrar un alojamiento para tus días en Malapascua.
Nosotros estuvimos alojados en los bungalows del Mangrove Oriental que, aunque un poco caro para nuestro presupuesto habitual, el sitio era idílico, en la playa, y con el desayuno incluido. Pagamos 40€/noche.
Para ver más fotos de Malapascua, puedes visitar nuestro Google Fotos
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